Hasta que llega un momento en que te das de bruces contra el suelo, la calzada se vuelve un enorme vacío, y sigues cayendo... Sin final, cada vez más hondo. Es entonces cuando los fantasmas que quisiste ahuyentar vienen para atormentarte. Y no hay forma de escapar, de huir de ellos, por mucho que no quieras verlo sabes que está ahí. Solo te queda hacerle frente. Porque de lo contrario sería solo egoísmo... Puro egoísmo. Hay personas que te necesitan, y quieren que estés a su lado.
En ese momento vas a verlo, lo que tanto has temido, te enfrentas con ello y tienes miedo... En verdad las cosas están mucho peor. Más de lo que te pudieras haber imaginado. Un día ya no mueve las piernas. No te aprieta la mano cuando la sostienes con la tuya. Después tampoco te habla. No abre los ojos cuando vas a verle. Y te dicen... Que todo va a ir a peor.
Te das cuenta de que la familia no viene desde lejos para reunirse en una sala de habitación que lleva su presencia desde semanas porque vaya a mejorar, pueden ver lo malo, y quieren despedirse... O al menos comprobarlo con sus propios ojos. Te preguntas si han perdido la fe. La cabeza gacha de unos y sus profundos ojos bañados en tristeza te dan la afirmativa.
La gente te dice "Lo siento". Vuelven las preguntas. ¿Acaso no debería tener esperanzas?, te dices. ¿En verdad está todo perdido? No sabes qué hacer, por una parte te sientes estúpido en pensar que tal vez un día abra los ojos y pronuncie alguna frase, una palabra suelta, aunque debido a la falta de práctica en los últimos tiempos sea difícil de reconocer. Quizás un "gracias", "os quiero", o un simple "hola". Anhelas las cosas que antes parecían tan simples y sencillas. Quieres oír eso porque necesitas que alguien te diga que en verdad merece la pena. Buscas en el fondo de tu corazón la respuesta a tus preguntas... Te das cuenta de que empiezas a hacerte a la idea. Las lágrimas de tus ojos dan la razón.
Te dices que no deberías estar triste, que tienes que ser fuerte. Ves a las personas de tu alrededor y te sientes pequeño e insignificante. ¿Es que soy el único que no aguanta más?
Crees que estabas acostumbrado... No es la primera vez que miras a la muerte a los ojos y piensas que por ello podrías pasarlo de forma más leve... Pero te das cuenta, de que para un verdadero Adiós, nunca se está preparado.
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